A través de sensores, actuadores y una red de control centralizada o distribuida, la domótica permite que la casa “piense” y tome decisiones según las necesidades del usuario. Por ejemplo, puede regular la temperatura de manera eficiente, encender luces solo cuando detecta presencia, cerrar persianas de forma automática ante un exceso de luz solar o enviar alertas al teléfono móvil si se detecta una intrusión o una fuga de agua.

La domótica transforma un espacio tradicional en un entorno inteligente, capaz de adaptarse a los hábitos de las personas y anticiparse a sus necesidades, convirtiéndose en una herramienta fundamental para el hogar del futuro.